Hoy dejamos el Hostel MeltingPot
(recomendable por el buen ambiente y su seguridad....todas las
habitaciones estan abiertas para que entre el calorcito de la estufa
del pasillo)
Y estamos dispuestas a llegar a
Calafate sin tomar ningún bus...es decir...a dedo!
Y es que en la zona de Argentina y
Chile a parte de ser legal, es una práctica habitual.
Sandra se curra un cartel con un trozo
de cartón donde escribe "Calafate" y nos plantamos delante
de la Oficina de Turismo con nuestra cara más sonriente...pero no
pasan demasiados coches, así que andamos hacia un desvio y después
de unos 45min nos para el primer coche que nos cruzará la frontera
de Chile.
Es un coche super pequeñito con una
silla de bebé y dentro nuestras dos pedazo mochilas, Sandra, yo y
Francisco, un chico que debia tener unos 25 años...super, super
amable. Nos explica lo tranquilo que se vive en Puerto Natales y lo
despistado que es él...porque se ha dejado varias veces las
ventanillas del coche bajadas y unas compras olvidadas en la calle y
nadie se le ha llevado nada.
Cuando llegamos a Argentina, Francisco
va a la Oficina de turismo de Rio Turbio a preguntar el mejor sitio
que dejarnos para seguir nuestra ruta hacia Calafate.
Y allí nos para un viejecito que lleva
unas muletas en el coche y nos acerca un cachito más.
Luego un par de hombres que van a
Esperanza a comprar ganado y nos agradecen la conversación porque la
carretera Austral es tan recta y aburrida que la mayoria de
accidentes suceden porque la gente se duerme.
Y el último coche con un par de
supervisores de escuelas, de los cuales Hanibal, recordaba con
nostalgia cuando en los 80' fue a Barcelona y por la cara que ponia
se lo tenia que haber pasado muy bien.
En definitiva, una de las experiencias
más divertidas, donde cada coche guarda una historia.